Pues ya vimos un mito que tiene que ver con la soberbia y el punto de vista de fernando savater de esta, pero algunos filosofos tambien piensan que es buena:
En la filosofía Objetivista de Ayn Rand, en particular, el orgullo es una de las tres virtudes principales y se define como estima apropiada de sí mismo que proviene de la ambición moral de vivir en plena consistencia con valores personales racionales. Para Nietzsche el orgullo es una virtud elevada, propia de hombres superiores, la cual conduce a una honestidad absoluta consigo mismo (lo cual hace imposible cualquier trampa o acto deshonesto), valentia y superacion constante siempre buscando estar por encima de los demas y no ocultarlo ante nadie...
Asi que como la definiriamos al final de cuentas, ¿como mala o como buena?, pues dicen que todo en exceso es malo, pero si careces de algo tambien es malo, lo cual ya veremos mas adelante, al finalizar este tan controvertido tema...
por el momento sabemos que todos temenos: orgullo, vanidad y muchas otras cosas que se aparentan a este pecado, y pues la conclusioin es personal y por ser este el mayor de mis pecados pues yo digo que la verdad aveces es usado como defensa, para no sentirte intimidado por nadie ya que al sentir a todos inferiores no puedes sentirte intimidado por alguien inferior, y cada que sientes que alguien te nota igual te sientes ofendido... Pero como bien dice Savater: "La principal característica que tiene el soberbio es el temor al ridículo. No hay nada peor para aquél que va por la vida exhibiendo su poder, y sus méritos que pisar una cáscara de plátano e irse de narices al suelo. El ridículo es el elemento más terrible contra la soberbia. Por esa razón los tiranos y los poderosos carecen de sentido del humor, sobre todo aplicado a sí mismos..."
Pero yo pienso en que la humildad es una debilidad que hace que la gente sea pisoteada y que al no sobresalir nisiquiera en alguna area de forma considerable, los hace sentirse iguales a los demas y aveces hasta inferiores o como diria Nietzsche: "Es una debilidad, una falsa virtud que esconde las decepciones en su interior..."
sábado, septiembre 12, 2009
sábado, septiembre 05, 2009
Soberbia, 3er pecado...
Ahora si vamos con el tema principal: la soberbia...
arrogancia, orgullo, altivez, vanidad, etc.. son algunos sinónimos de este pecado...
El principal matiz que las distingue algunos sinónimos de la soberbia como tal está en que por ejemplo el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del Yo o ego. Por ejemplo, una persona Soberbia jamas se "rebajaría" a pedir perdón, o ayuda, etc...
para entender mejor este pecado podre una parte de un libro escrito por uno de mis filósofos favoritos: Fernando Savater... de el libro "los siete pecados capitales"(aclaro que tiene edición):
La soberbia no es sólo el mayor pecado según las escrituras sagradas, sino la raíz misma del pecado. Por lo tanto de ella misma viene la mayor debilidad. No se trata del orgullo de lo que tú eres, sino del menosprecio de lo que es el otro, el no reconocer a los semejantes.
La soberbia, como todos los pecados, tiene distintas gradaciones.
Ocurre que hay momentos en los que se toma como soberbio a quien sobresale por sus virtudes. El vicio tiene que ver con la representación de la excelencia, pero no con la excelencia en sí misma. El excelente no tiene la culpa de serlo. La soberbia en estos casos es la excelencia arrojada a la cara del otro.
También existe la soberbia racial. Hay pueblos que miran por encima del hombro a otras colectividades, sin haberse molestado nunca en intentar entenderlas. En comprender en qué difieren de ellos, en darse cuenta de que hay otras costumbres, otro tipo de juego social. Entonces se los considera inferiores y descartables. Se los califica de incivilizados y ese argumento fue a caballo de dominaciones y esclavitud. Se termina aplicando la barbarie a quienes se etiqueta como bárbaros.
-Un ejemplo histórico de soberbia y poder lo dio Napoleón Bonaparte cuando logró que el propio Papa Pío VII se trasladara a París especialmente para coronarlo en la catedral de NÉtre-Dame. Durante la ceremonia, Napoleón tomó la corona y se invistió él mismo con los símbolos imperiales, mostrándose por encima de todos los presentes, incluido el representante de Dios en la tierra.
Creo que el vicio social por excelencia es la vanidad, porque es el pecado de los demás. Mientras que las personas orgullosas no dependen de otros y en eso precisamente consiste su orgullo. Los vanidosos en cambio, necesitan de los demás. Requieren que los otros les alaben, cosa que el soberbio rechaza. Un escritor orgulloso cuando alguien le dice: "Pero maestro que bien escribe usted y que magnífica es su obra" piensa: "Desgraciado si tú no sabes ni leer, qué me importa que te parezca bien o mal lo que yo hago". Mientras que el vanidoso al escuchar una alabanza piensa: "Cuánta razón tiene este hombre". Le encuentra algo simpático al adulón más repelente y rastrero que se le cruce. El vanidoso es una persona muy sociable, a diferencia del orgulloso que se aparta de la multitud: "Solamente mi propio criterio cuenta sobre mí".
Por otra parte, nada me abruma más que la falsa humildad. Cuando alguien dice "yo no quiero nada para mí, todo lo que pido lo quiero para otros". Mala señal. A mí la gente que no quiere nada, me produce desconfianza.
Ser soberbio es básicamente el deseo de ponerse por encima de los demás. No es malo que un individuo tenga una buena opinión de sí mismo —salvo que nos fastidie mucho con los relatos de sus hazañas, reales o inventadas— lo malo es aquel que no admite que nadie en ningún campo se le ponga por encima.
En general, podemos admitir que nosotros tenemos cierto lugar en el ranking humano, y que hay otros que son más prestigiosos. Pero los soberbios no le dejan paso a nadie, ni toleran que alguien piense que puede haber otro delante de él. Además sufren la sensación de que se está haciendo poco en el mundo para reconocer su superioridad, pese a que siempre va con él ese aire de "yo pertenezco a un estrato superior".
Si no lo consideran el mejor, el soberbio sufre lo indecible porque todos son agravios, se siente un incomprendido por una sociedad de palurdos analfabetos. Si llega a un convite y lo sientan en el extremo de la mesa, el soberbio se preocupa porque a otro de menor rango lo han puesto en un lugar más prestigioso, o no se han dirigido a él en el tono que considera que está a la altura de sus merecimientos. Mientras que a la gente normal la mueve el saber qué les van a poner en el plato y si van a pasar una velada divertida. Siempre me ha asombrado lo picajosa que es este tipo de personas, por la necesidad de representación de grandeza que requieren.
La principal característica que tiene el soberbio es el temor al ridículo. No hay nada peor para aquél que va por la vida exhibiendo su poder, y sus méritos que pisar una cáscara de plátano e irse de narices al suelo. El ridículo es el elemento más terrible contra la soberbia. Por esa razón los tiranos y los poderosos carecen de sentido del humor, sobre todo aplicado a sí mismos.
De aquellos tiempos hemos pasado a la actualidad donde vivimos en una especie de celebración permanente de la mediocridad. Los reality shows, en los que se ponen cámaras para espiar durante una determinada cantidad de tiempo a cinco o seis personas, que se dedican a hacer y decir vulgaridades. Hacen cosas tan interesantes como cambiarse los calcetines, freír un huevo, insultarse o dormir. Yo puedo entender el interés que llega a suscitar El rey Lear, pero no me entra en la cabeza esta jerarquización de lo mediocre. Salvo creyendo que la pantalla muestra que todos somos capaces de lo mismo; las mismas vulgaridades, bajezas y torpezas que hacemos todos los días.
La soberbia es la antonomasia de la desconsideración. Es decir: "Primero yo, luego yo y luego también yo." Tal vez, la soberbia sea una cosa sencilla: simplemente se trata de maltratar al otro. No importa tirarle el coche encima a un peatón que está cruzando con la luz amarilla, porque la prioridad para el soberbio es él mismo y sus necesidades. En ese grupo entran aquellos que deben dinero y difieren un pago sin importarles las carestías del que les prestó. Se trata de quienes tal vez no tengan conciencia de lo que están haciendo por auto glorificación, pero en la práctica piensan: "Yo cuento mucho más que usted". Hay algunos que lo hacen en forma imperceptible a primera vista, pero otros lo muestran con gestos, pequeños o ampulosos o diciéndoselo en la cara a los demás, con lo que corre el riesgo de conseguir el enfado y el rechazo. Pero lo cierto, es que siempre hay individuos dispuestos a una actitud servil, con quienes los soberbios encuentran un campo ideal para hacer todo tipo de putadas y desvalorizar al otro.
En materia de autoestima y de búsqueda de la cima ante los demás, los soberbios siempre están a la cabeza. Pero sus caídas suelen transformarse en tragedias que no pueden superar en sus vidas. Por ejemplo, las Escrituras dicen que Cristo derrotará a los soberbios y humillará a los grandes, porque en definitiva son los que más sufren en las derrotas y a los que tiene sentido vencer. ¿De qué sirve ganarle una partida, una batalla o una discusión a un pobre infeliz? No es algo que te haga pasar a la historia. Los soberbios que montan una escenografía de grandeza a su alrededor, son los preferidos para desafiar. Si vas a por los tímidos y los humildes no tiene gracia, porque esta gente casi siempre está esperando que los derroten.
En el otro extremo del análisis están los estoicos. En sus meditaciones el emperador romano Marco Aurelio dice: "No le creas a los que te alaban, no creas lo que dicen de ti". Se trata de una humildad que no lo es en el sentido cristiano. Los estoicos no son humildes, simplemente no quieren ser fuertes. Pero por otra parte, rechazan todos los elogios y las alabanzas. "Cuando te levantes cada día —dicen— no pienses si vas a ser emperador, piensa: hoy debo cumplir bien mi tarea de hombre." Esa es la idea, nadie puede estar por encima de la labor humana.
Pero, ¿cómo evitar caer en la soberbia? El remedio es muy simple, pero a veces duro de asumir: ser realista. También es cierto, que en el otro extremo el exceso de humildad te pone por debajo del realismo. En esa actitud no valoras ni siquiera lo que tienes, lo que se puede transformar en una gran dificultad desde el punto de vista social. En primer lugar tú sufres, salvo que te complazcas morbosamente en tu nada y en tu pequeñez. Hay un mecanismo que utilizaba San Agustín que es bastante útil. En sus Confesiones dice: "Cuando yo me considero a mí mismo no soy nada; cuando me comparo valgo bastante". Es una frase llena de realismo. Cuando analizas lo que quisieras ser, tus ideales, tus bienes, etcétera, estas por debajo de lo que creías y querías; pero claro, cuando miras a tu alrededor la cosa no está tan mal. Por lo tanto, el extremo desordenado de la humildad —la humillación— es tan malo como el de la soberbia.
En definitiva la soberbia es debilidad y la humildad es fuerza. Porque al humilde le apoya todo el mundo, mientras que el soberbio está completamente solo, desfondado por su nada. Puede ser inteligente, pero no sabio; puede ser astuto, diabólicamente astuto quizá, pero siempre dejará tras sus fechorías cabos sueltos por los que se le podrá identificar. ..
arrogancia, orgullo, altivez, vanidad, etc.. son algunos sinónimos de este pecado...
El principal matiz que las distingue algunos sinónimos de la soberbia como tal está en que por ejemplo el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del Yo o ego. Por ejemplo, una persona Soberbia jamas se "rebajaría" a pedir perdón, o ayuda, etc...
para entender mejor este pecado podre una parte de un libro escrito por uno de mis filósofos favoritos: Fernando Savater... de el libro "los siete pecados capitales"(aclaro que tiene edición):
La soberbia no es sólo el mayor pecado según las escrituras sagradas, sino la raíz misma del pecado. Por lo tanto de ella misma viene la mayor debilidad. No se trata del orgullo de lo que tú eres, sino del menosprecio de lo que es el otro, el no reconocer a los semejantes.
La soberbia, como todos los pecados, tiene distintas gradaciones.
Ocurre que hay momentos en los que se toma como soberbio a quien sobresale por sus virtudes. El vicio tiene que ver con la representación de la excelencia, pero no con la excelencia en sí misma. El excelente no tiene la culpa de serlo. La soberbia en estos casos es la excelencia arrojada a la cara del otro.
También existe la soberbia racial. Hay pueblos que miran por encima del hombro a otras colectividades, sin haberse molestado nunca en intentar entenderlas. En comprender en qué difieren de ellos, en darse cuenta de que hay otras costumbres, otro tipo de juego social. Entonces se los considera inferiores y descartables. Se los califica de incivilizados y ese argumento fue a caballo de dominaciones y esclavitud. Se termina aplicando la barbarie a quienes se etiqueta como bárbaros.
-Un ejemplo histórico de soberbia y poder lo dio Napoleón Bonaparte cuando logró que el propio Papa Pío VII se trasladara a París especialmente para coronarlo en la catedral de NÉtre-Dame. Durante la ceremonia, Napoleón tomó la corona y se invistió él mismo con los símbolos imperiales, mostrándose por encima de todos los presentes, incluido el representante de Dios en la tierra.
Creo que el vicio social por excelencia es la vanidad, porque es el pecado de los demás. Mientras que las personas orgullosas no dependen de otros y en eso precisamente consiste su orgullo. Los vanidosos en cambio, necesitan de los demás. Requieren que los otros les alaben, cosa que el soberbio rechaza. Un escritor orgulloso cuando alguien le dice: "Pero maestro que bien escribe usted y que magnífica es su obra" piensa: "Desgraciado si tú no sabes ni leer, qué me importa que te parezca bien o mal lo que yo hago". Mientras que el vanidoso al escuchar una alabanza piensa: "Cuánta razón tiene este hombre". Le encuentra algo simpático al adulón más repelente y rastrero que se le cruce. El vanidoso es una persona muy sociable, a diferencia del orgulloso que se aparta de la multitud: "Solamente mi propio criterio cuenta sobre mí".
Por otra parte, nada me abruma más que la falsa humildad. Cuando alguien dice "yo no quiero nada para mí, todo lo que pido lo quiero para otros". Mala señal. A mí la gente que no quiere nada, me produce desconfianza.
Ser soberbio es básicamente el deseo de ponerse por encima de los demás. No es malo que un individuo tenga una buena opinión de sí mismo —salvo que nos fastidie mucho con los relatos de sus hazañas, reales o inventadas— lo malo es aquel que no admite que nadie en ningún campo se le ponga por encima.
En general, podemos admitir que nosotros tenemos cierto lugar en el ranking humano, y que hay otros que son más prestigiosos. Pero los soberbios no le dejan paso a nadie, ni toleran que alguien piense que puede haber otro delante de él. Además sufren la sensación de que se está haciendo poco en el mundo para reconocer su superioridad, pese a que siempre va con él ese aire de "yo pertenezco a un estrato superior".
Si no lo consideran el mejor, el soberbio sufre lo indecible porque todos son agravios, se siente un incomprendido por una sociedad de palurdos analfabetos. Si llega a un convite y lo sientan en el extremo de la mesa, el soberbio se preocupa porque a otro de menor rango lo han puesto en un lugar más prestigioso, o no se han dirigido a él en el tono que considera que está a la altura de sus merecimientos. Mientras que a la gente normal la mueve el saber qué les van a poner en el plato y si van a pasar una velada divertida. Siempre me ha asombrado lo picajosa que es este tipo de personas, por la necesidad de representación de grandeza que requieren.
La principal característica que tiene el soberbio es el temor al ridículo. No hay nada peor para aquél que va por la vida exhibiendo su poder, y sus méritos que pisar una cáscara de plátano e irse de narices al suelo. El ridículo es el elemento más terrible contra la soberbia. Por esa razón los tiranos y los poderosos carecen de sentido del humor, sobre todo aplicado a sí mismos.
De aquellos tiempos hemos pasado a la actualidad donde vivimos en una especie de celebración permanente de la mediocridad. Los reality shows, en los que se ponen cámaras para espiar durante una determinada cantidad de tiempo a cinco o seis personas, que se dedican a hacer y decir vulgaridades. Hacen cosas tan interesantes como cambiarse los calcetines, freír un huevo, insultarse o dormir. Yo puedo entender el interés que llega a suscitar El rey Lear, pero no me entra en la cabeza esta jerarquización de lo mediocre. Salvo creyendo que la pantalla muestra que todos somos capaces de lo mismo; las mismas vulgaridades, bajezas y torpezas que hacemos todos los días.
La soberbia es la antonomasia de la desconsideración. Es decir: "Primero yo, luego yo y luego también yo." Tal vez, la soberbia sea una cosa sencilla: simplemente se trata de maltratar al otro. No importa tirarle el coche encima a un peatón que está cruzando con la luz amarilla, porque la prioridad para el soberbio es él mismo y sus necesidades. En ese grupo entran aquellos que deben dinero y difieren un pago sin importarles las carestías del que les prestó. Se trata de quienes tal vez no tengan conciencia de lo que están haciendo por auto glorificación, pero en la práctica piensan: "Yo cuento mucho más que usted". Hay algunos que lo hacen en forma imperceptible a primera vista, pero otros lo muestran con gestos, pequeños o ampulosos o diciéndoselo en la cara a los demás, con lo que corre el riesgo de conseguir el enfado y el rechazo. Pero lo cierto, es que siempre hay individuos dispuestos a una actitud servil, con quienes los soberbios encuentran un campo ideal para hacer todo tipo de putadas y desvalorizar al otro.
En materia de autoestima y de búsqueda de la cima ante los demás, los soberbios siempre están a la cabeza. Pero sus caídas suelen transformarse en tragedias que no pueden superar en sus vidas. Por ejemplo, las Escrituras dicen que Cristo derrotará a los soberbios y humillará a los grandes, porque en definitiva son los que más sufren en las derrotas y a los que tiene sentido vencer. ¿De qué sirve ganarle una partida, una batalla o una discusión a un pobre infeliz? No es algo que te haga pasar a la historia. Los soberbios que montan una escenografía de grandeza a su alrededor, son los preferidos para desafiar. Si vas a por los tímidos y los humildes no tiene gracia, porque esta gente casi siempre está esperando que los derroten.
En el otro extremo del análisis están los estoicos. En sus meditaciones el emperador romano Marco Aurelio dice: "No le creas a los que te alaban, no creas lo que dicen de ti". Se trata de una humildad que no lo es en el sentido cristiano. Los estoicos no son humildes, simplemente no quieren ser fuertes. Pero por otra parte, rechazan todos los elogios y las alabanzas. "Cuando te levantes cada día —dicen— no pienses si vas a ser emperador, piensa: hoy debo cumplir bien mi tarea de hombre." Esa es la idea, nadie puede estar por encima de la labor humana.
Pero, ¿cómo evitar caer en la soberbia? El remedio es muy simple, pero a veces duro de asumir: ser realista. También es cierto, que en el otro extremo el exceso de humildad te pone por debajo del realismo. En esa actitud no valoras ni siquiera lo que tienes, lo que se puede transformar en una gran dificultad desde el punto de vista social. En primer lugar tú sufres, salvo que te complazcas morbosamente en tu nada y en tu pequeñez. Hay un mecanismo que utilizaba San Agustín que es bastante útil. En sus Confesiones dice: "Cuando yo me considero a mí mismo no soy nada; cuando me comparo valgo bastante". Es una frase llena de realismo. Cuando analizas lo que quisieras ser, tus ideales, tus bienes, etcétera, estas por debajo de lo que creías y querías; pero claro, cuando miras a tu alrededor la cosa no está tan mal. Por lo tanto, el extremo desordenado de la humildad —la humillación— es tan malo como el de la soberbia.
En definitiva la soberbia es debilidad y la humildad es fuerza. Porque al humilde le apoya todo el mundo, mientras que el soberbio está completamente solo, desfondado por su nada. Puede ser inteligente, pero no sabio; puede ser astuto, diabólicamente astuto quizá, pero siempre dejará tras sus fechorías cabos sueltos por los que se le podrá identificar. ..
Continuara...
Anexos
Altivez,
Arrogancia,
Fernando Savater,
Napoleon,
Orgullo,
Pecados capitales,
Soberbia,
Vanidad
Belerofonte...
Despues de estar desaparecido por mas de 20 dias, regreso renovado, fresco y con muchas ideas pero siguiendo con el 3er pecado soberbia, primero pondre otro relato de la mitologia griega y mi descripcion personal de lo que es soberbia: belerofonte...
¿Quien fue?
Belerofonte era un héroe de la mitología griega, cuyas mayores hazañas fueron matar a la Quimera (un monstruo que se suele representar como un ser con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente) y domar al caballo alado Pegaso con la ayuda de una brida que le dio la diosa Atenea. Era el hijo del Rey Glauco de Corinto.
Su nombre original era Iponoo, sin embargo se lo cambió por el de Belerofonte (que significa “asesino de Belero”) después de haber matado accidentalmente a su hermano Belero en una partida de caza...
-Historia:
Logra matar a la quimera(véase mito), después va a buscar el pueblo de las amazonas y lo enfrenta, regresando de tal emprenda su soberbia crece tanto que llega un momento que esto le lleva a compararse con los dioses y por esto quiso llegar al Monte Olimpo montado sobre su fiel Pegaso. Sin embargo, el dios Zeus no fue tomado por sorpresa y para castigar la impertinencia del héroe mandó un insignificante mosquito a confrontarle. Este mosquito clavó su aguijón en los riñones de Pegaso por lo que logró enfurecerlo. Belerofonte no pudo tranquilizar al caballo y esto provocó que su jinete perdiera el equilibrio y se precipitase al vacío...donde al caer muere este...
Como en todo mito antiguo existen diferentes versiones pero al ser esta la mas usada es la que puse...
¿Quien fue?
Belerofonte era un héroe de la mitología griega, cuyas mayores hazañas fueron matar a la Quimera (un monstruo que se suele representar como un ser con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente) y domar al caballo alado Pegaso con la ayuda de una brida que le dio la diosa Atenea. Era el hijo del Rey Glauco de Corinto.
Su nombre original era Iponoo, sin embargo se lo cambió por el de Belerofonte (que significa “asesino de Belero”) después de haber matado accidentalmente a su hermano Belero en una partida de caza...
-Historia:
Logra matar a la quimera(véase mito), después va a buscar el pueblo de las amazonas y lo enfrenta, regresando de tal emprenda su soberbia crece tanto que llega un momento que esto le lleva a compararse con los dioses y por esto quiso llegar al Monte Olimpo montado sobre su fiel Pegaso. Sin embargo, el dios Zeus no fue tomado por sorpresa y para castigar la impertinencia del héroe mandó un insignificante mosquito a confrontarle. Este mosquito clavó su aguijón en los riñones de Pegaso por lo que logró enfurecerlo. Belerofonte no pudo tranquilizar al caballo y esto provocó que su jinete perdiera el equilibrio y se precipitase al vacío...donde al caer muere este...
Como en todo mito antiguo existen diferentes versiones pero al ser esta la mas usada es la que puse...
Anexos
Belerofonte,
Mitologia,
Pecados capitales,
Pegaso,
Quimera,
Soberbia
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